A mediados de los 90 me puse a platicar con un árbol –con algunas cervezas encima– inspirado por la canción de Tim Pope, “I Want to Be a Tree”. Este collage es un intento –no desesperado– por dar forma a ese hombre árbol que mira a través de los pájaros que se posan en sus ramas. Entre las ventajas de poseer aves como aliadas está la de “ordenarles” cagarse sobre cualquier objeto o persona sin que la distancia sea un obstáculo. Ocasionalmente, cuando la desesperación asoma (tipo la canción de Pulp que dice “Yeah, the trees, those useless trees; they never said that you were leaving…”), el hombre árbol toma un hacha y se deshace de dos o tres ramas.